Los espacios vacíos
La poesía, como el sueño, habla de la imagen que muestra pero también a través de ella dice otra cosa, otras cosas. Este libro de Silvia Castro hubiera podido llamarse “gol de mujer” (como el álbum de Divididos), “tetas de Dios” (citando un verso de Gelman) o incluso “picar el vacío”, ese raro término técnico del fútbol que los co-equipers españoles del incomprendido genio argentino Julián Álvarez traducen como “correr detrás de fantasmas”.
Se llama Los espacios vacíos porque es un libro de poemas sobre fútbol femenino que tratan de lo invisible que nos habilita. Leer entre los espacios vacíos, abrir el portal a la próxima jugada, se parece a meditar observando los silencios entre cada pensamiento.
Los espacios vacíos es un libro sobre el saber jugar pero también sobre el no saber jugar y poder vivir con ese no saber; es un libro sobre un saber hacer basado, ante todo, en un saber no hacer. La mística futbolera que postula Silvia Castro en este libro es femenina en un sentido amplio: tiene algo de oriental, de zen, de wu wei. Cada uno de estos exquisitos poemas de cancha es también un ars poetica, un poema sobre cómo hacer poesía. Silvia Castro avanza por el verde “césped sintáctico” de la página en blanco picando el vacío, buscando entre dos palabras esa vesica piscis de no dicho y silencio por donde arrojarse al verso siguiente.
El juego se juega solo, el gol es la excusa del grito, la jugada del poema se improvisa en cada curva del ritmo y el remate da en el centro del arco.
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